Hace un mes, los medios daban por descontado que la fiscal general del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, antigua compañera de tertulias etílicas del juez prevaricador y actual compañera de cama del mismo sujeto indeseable, era alguien completamente amortizado, y a quien le quedaban dos telediarios en el puesto.
Pues bien, como un político
español, y más si es de izquierdas, es incapaz de conjugar en primera persona
del singular el presente de indicativo del verbo dimitir, ahí sigue la
Lola, sin dar demasiado la tabarra últimamente pero, a no dudarlo, trabajando
arduamente para el psicópata que la colocó al frente del ministerio público.
No fue la última noticia sobre el tema…
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