Hace mucho tiempo -desde que salió cagando leches de España, escondido, o así dicen las malas lenguas, en el maletero de un coche- que Cocomocho dejó de ser alguien importante en todo el asunto catalán. Haciendo un juego de palabras, no es que importe: es que no le importa a nadie.
Entendámonos: todavía puede hacer
de mosca cojonera, porque un corto de mente siempre encontrará gente de
entendederas más limitadas que las suyas o, por el contrario, listos que
lo consideren un tonto útil del que pueden aprovecharse. Pero nadie lamentará
demasiado su desaparición… política, no vayamos a pasarnos de la raya.
Y lo demuestra el hecho de que,
detenido Cocomocho en Cerdeña, el actual máximo representante del Estado
en Cataluña se apresuró a desvincular al psicópata de la Moncloa de la detención
del susodicho y abogó por mantener la sedicente y sediciosa mesa de diálogo,
al tiempo que reclamaba al primer ninistro español más gestos.
Un corte de mangas con los dedos
corazón extendidos, era el gesto que les hacía yo a todos…
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