Se dirá lo que se quiera, pero en Cataluña el único partido que se opone frontalmente al secesionismo es Vox. El PP, desde los tiempos acomplejados de Alicia Sánchez Camacho, intenta no llamar demasiado la atención, a ver si así le caen menos palos por español; lo malo es que también le caen cada vez menos votos.
Ciudadanos nació como reacción
contra el predominio avasallador de los partidos secesionistas en la vida
pública. Concitó las simpatías de muchos votantes desencantados de los chalaneos
de los partidos llamados nacionales, pero la deserción de sus
figuras -primero Rivera, luego Arrimadas- rumbo a Madrid hizo que pasaran de
ganar las elecciones regionales (no podían formar gobierno, pero es que ni siquiera
lo intentaron) a quedar sólo por encima del PP.
Y aquí me paro, porque la
franquicia regional de los de la mano y el capullo siempre ha coqueteado con
los regionalistas. De hecho, cuando han gobernado han demostrado ser más
diabólicos que el diablo (iba a poner más papistas que el Papa, pero
como al actual obispo de Roma no le tengo muchas simpatías, pues…).
Por ello, no resulta extraño en absoluto que, a la hora de intentar suspender al líder parlamentario de Vox -no deja de ser irónico que un partido al que sus enemigos acusan de racista tenga como candidato a un mulato-, a ierreceos, jotaporcatos, Clicks Unidos de Playmobil y neocom se unieran los suciolistos del filósofo perico.
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