sábado, 2 de octubre de 2021

¿Óndevas, alma de cántaro?

Hay ocasiones en las que uno no sabe por qué ciertas personas hacen ciertas cosas. No sólo porque se encontraban confortablemente instalados en su posición inicial, sino porque todo parece indicar que en su nueva situación no se van a desempeñar especialmente bien.

Tomemos el caso de Pepu Hernández. Como entrenador, del Estudiantes primero, y de la selección española de baloncesto después, gozaba de un respeto prácticamente unánime. Casi diría que de un cariño general, puesto que las circunstancias en las que se jugó la final del campeonato del mundo que a la postre ganaría España -creo recordar que su padre acababa de morir- fueron especiales.

Luego se había retirado a un discreto segundo plano -hablo de memoria-, sin decir una palabra más alta que otra. Y, de repente, acepta encabezar la lista del PSOE a las elecciones municipales de Madrid. Lógicamente, se pegó un batacazo. Lógicamente, su actuación, sus discursos, fueron manifiestamente mejorables. Era un pez fuera del agua que encadenaba tópicos, con lo que o bien parecía intelectualmente limitado, o bien parecía no creerse sus propias palabras.

Por ello, que hace un mes dimitiera como portavoz de su grupo municipal era nada más que la corrección, con veintisiete meses de retraso, de un error monumental. Lo peor es que todavía no tengo nada claro el porqué aceptó el embolado…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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