Cualquiera que haya seguido este blog un cierto tiempo se habrá percatado de que soy de derechas (¡No! ¿En serio?), o por lo menos que sacudo con especial fruición, frecuencia y hasta delectación a la izquierda.
Eso no quiere decir que
sea incapaz de ver la viga en el ojo propio. Generalmente, elijo no criticarla,
que para eso ya están los medios oficiales y oficiosos; yo prefiero descargar
bilis y soltar vapor despotricando contra la izquierda.
Hay, sin embargo, casos
que claman al cielo. Como el del Ayuntamiento de Zaragoza, que no cobra el Impuesto de Bienes Inmuebles a la urbanización donde reside el alcalde de la capital
aragonesa, a la sazón del PP; o como el de la adjudicación de siete quioscos a un empresario amigo del alcalde.
El segundo caso podría
deberse a que ese empresario hubiera presentado la mejor oferta; el primero no
tiene perdón de Dios ni del fisco.
Así que, si es lo que parece, caña.
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