Dice un refrán español que si quieres conocer a Fulanito, dale un carguito. Porque cuando a alguien se le dan responsabilidades es cuando se ve si vale de verdad o si es un mindundi o, pero aún, un miserable.
La izmierda española
siempre ha dado muestras, salvo notabilísimas excepciones, de ser francamente
miserable. De defender a la gente y la igualdad pasaron, en cuanto
estuvieron montados en la nómina oficial, al usted no sabe con quién está
hablando (tan hispano), al dispendio económico, al alarde de poder y a
mostrar tener la piel muy fina.
Dejando aparte el hecho
de que, a las primeras de cambio, demuestran que entre oreja y oreja no tienen
ni una sola neurona operativa, porque a sus necedades suman las justificaciones
más ridículas.
Es el caso de la primera
edil de la ciudad condal, la bruja Piruja, que no saludó de forma
oficial a Su Majestad el Rey don Felipe VI, a quien Dios guarde muchos años, porque
había que esperar mucho tiempo en una hilera larguísima.
Y, claro está, el tiempo
de esta soplagaitas es mucho más importante que el del Jefe del Estado. Anda y
que se vaya a escardar cebollinos…
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