Como decía en la entrada anterior de esta serie, un síntoma (o una consecuencia) de la crisis del PP fue el demonizar a su único aliado posible, además del natural.
Si el dejar de
demonizarlo ya es un avance considerable, el criticar el supremacismo moral de
la izmierda (y del psicópata de La Moncloa en particular) sería el
reflejo de que no sólo han superado la crisis, sino que incluso han salido más
fuertes de ella.
Y tampoco es que hayan
descubierto la pólvora: se limitan a decir verdades evidentes, como que la
izquierda se cree legitimada para decir a los demás con quién deben pactar
mientras ellos pactan con ETA (en realidad, hablan de los herederos de ETA,
pero para mí ETA no ha muerto, ergo no tiene herederos), o que Vox es un
partido igual de democrático que otros.
O incluso más, ya puestos. Que algunos, seguro.
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