Los secesionistas catalanes son, en general, gente poco comprometida, amigos de nadar y guardar la ropa, de estar al plato y a las tajadas. En resumen, una panda de jetas. Dentro del mundo del fútbol tenemos dos ejemplos, ambos defensas y ambos jugadores del equipo fundado por el suizo Hans Gamper.
Como muestra de coherencia tenemos a Olegario Presas,
de ideología independentista, que expresó a Luis Aragonés, seleccionador
español a la sazón, que prefería no ser seleccionado para jugar con el
combinado nacional, alegando que tomó esa decisión porque no se sentía
representado por la selección española y que esta le generaba rechazo. Quizá
fuera el típico ejemplo de la zorra diciendo que las uvas estaban verdes (es
decir, nunca sabremos si entraba dentro de los planes del sabio de Hortaleza
el convocarle), pero el caso es que lo dijo.
En el otro extremo
tenemos a Gerardo Piqué, que nunca ha hablado a las claras ni en un sentido ni
en otro -algo así como Iniesta, pero en más alto-, y que se despachó hace un
par de semanas diciendo que se puede ser independentista y jugar con España…
pero diciendo que no pensaba aclarar si él no era o no lo era.
Exacto, Gerardín: se puede ser independentista, una persona decente y jugar con España... pero cogiendo esas cosas sólo de dos en dos.
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