Los partidos políticos son, así, en general, una especie de organizaciones mafiosas; si encima son españoles, para qué te voy a contar; y si, como remate, son de izquierdas, son ya lo más de lo más.
Naturalmente, el párrafo
anterior ha sido escrito por un español de derechas (por si hiciera falta aclararlo).
Uno de izquierdas lo reduciría a partidos políticos de derechas y españoles,
porque en su concepción la izquierda es santa (laicamente hablando, por
supuesto), inmaculada, incapaz de nada negativo y obra movida siempre por los
más altruistas sentimientos e intenciones… A otro perro con ese hueso; vamos a
lo que de verdad importa.
Podemos fue un tinglado
que unos cuantos listillos de universidad -el Chepas, el becario
ubicuo, el asesor económico que sabe menos de Economía que yo de teología
islámica (iba a poner física nuclear, pero de eso tengo algunas migajas
de conocimiento, lo cual abriría la posibilidad de que Pesetero supiera
algo de la sabia administración de recursos escasos, que no sabe, os lo digo
yo), la lactante oportunista y algunos más- montaron para, aprovechando -o
promoviendo, vaya usted a saber- la ocupación ilegal de las plazas públicas -de
municipios gobernados por la derecha, claro está- por una panda de perroflautas,
tomar los cielos al asalto.
En ese proceso, como
siempre hace la izquierda -la española al menos, y eso no es una opinión: son
datos históricos-, se saltaron el ordenamiento jurídico a la torera,
infringieron normas, cometieron delitos, en suma.
Y en España la justicia
avanza despacio, pero avanza; algo más deprisa cuando interviene un juez independiente
-que los hay, probablemente más de los que pensamos-, o cuando se la empuja
desde el poder (a ver quién me niega que al psicópata de La Moncloa no le
convendría la muerte civil de Junior). Por eso, empezaron a
abrirse las causas judiciales contra la cúpula neocom -ser estúpido no
es delito, o gran parte de los votantes de la izquierda española estaría
cumpliendo penas… penas impuestas por los tribunales de justicia, quiero
decir-, por delitos de lo más variado, de lo más grave a lo más chusco.
Dentro de esto último
estaría el hecho de que el marqués de Villa Tinaja retuvo sin permiso la
tarjeta de Dina Bousselham y accedió a su contenido; lo que, por extraño que
pueda parecerle al mamarracho alfalfa, va contra la Ley. Y, ante el
peligro de que el antiguo coletas sea imputado, la perjudicada por el
delito -o esta tía es tonta de remate (¿porque seguiría colada por él?)-, o la
han untado a base de bien- le ha perdonado, para evitar dicha imputación.
No creo que nadie sea
tan estúpido: definitivamente, tiene que haber habido engrase.
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