Cada vez que alguien (llámese Napoleón, llámese Hitler) ha invadido Rusia desde el Oeste, ha cometido siempre el mismo error (además de no tener en cuenta al General Invierno, pero esa es otra historia).
A saber: ha
sobreestimado sus propias capacidades y ha tendido a estirar demasiado sus
líneas de aprovisionamiento. Cuando las cosas se han alargado, han surgido los
problemas.
Por eso, es una especie
de justicia poética que Vladimir Putin haya cometido -a lo que parece-
exactamente el mismo error en su invasión de Ucrania: tropas bisoñas, carencias logísticas y avance muy lento. Todo ello, unido a la feroz resistencia de las fuerzas
ucranianas, están alargando la contienda -y provocando unos costes al agresor- mucho
más de lo que el Kremlin había presumiblemente previsto en un inicio.
Por ello, haga lo que
haga y pase lo que pase, Putin ya ha perdido.
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