La desfachatez de los giliprogres sólo es equiparable a su falta de vergüenza.
No sólo se consideran moralmente
superiores -o superiores, a secas- al resto de la gente, sino que cuando son
pillados en la comisión de un delito, sueltan una serie de argumentos (ejem) de
defensa; sucesivamente: son genéticamente incapaces de hacer algo mal, es todo
mentira, es una persecución de la caverna ultraderechista, aunque nuestro
código ético dicen que tenemos que dimitir no lo vamos a hacer y, last but
nor least, se hacen los suecos.
Lo que (hasta ahora) no se había visto es el intento de rebajar la pena impuesta por un tribunal -¡por abusos sexual a una menor tutelada por el abusador, nada menos!- alegando que está en el paro.
Pues, dados sus antecedentes, es dudoso que vuelva a encontrar trabajo...
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