Con ser malo, la persona que detenta la presidencia del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer no es sólo un psicópata, es decir, alguien a quien se le dan una higa todos los demás. Es, también, alguien carente del más mínimo escrúpulo: alguien a quien se le da una higa todo lo demás.
Para Pedro Sánchez, sólo
existe Pedro Sánchez, y sólo Pedro Sánchez. Estoy convencido -ya lo he dicho alguna
vez- que si tuviera que renunciar a Begoño o a sus hijas para salvarse
él, política o físicamente, lo haría sin que se le moviera una ceja, y sin que
se le tensaran en lo más mínimo los maseteros (que es lo que le ocurre cuando
se disgusta, algo que sucede cada vez con mayor frecuencia… afortunadamente).
Lo malo es que, en esta huída hacia adelante, va dejando jirones de España en el camino, jirones que quizá no seamos capaces de recomponer. Eso es lo que ocurrió cuando la pelofrito que es la tercera autoridad del Estado propuso, por órdenes de la segunda (¿o es que alguien lo duda?), un cambio exprés en la comisión de secretos oficiales para meter a terroristas e ierreceos, sorteando el veto del PP y que pudieran entrar con mayoría simple.
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