España podría ser un país razonablemente autosuficiente en materia energética. Sin embargo, por la estupidez de sus gobernantes -iba a hablar de una mezcla de desidia, complejos, dogmas ideológicos, falta de pulso… pero, al final, todo eso se resume en una sola palabra, que es precisamente la de estupidez-, no es así.
En España hay, creo,
yacimientos de uranio, con el que podríamos alimentar las centrales nucleares
que, hoy por hoy, son la fuente de energía más rentable y ecológica que existe,
además de no depender de las circunstancias climatológicas, como ocurre con las
llamadas energías verdes: si no hay viento, los molinos son sólo -que no
es poco- una molestia que afea el paisaje; si no hay sol, las placas solares
-que, además, de momento no son muy eficientes, que se diga- no sirven para
nada; si no hay agua, las centrales hidroeléctricas son muros en el cauce de
ríos secos.
En España hay
yacimientos de las llamadas tierras raras, pero no se explota lo que, en
el futuro inmediato, va a marcar la economía mundial… si sobrevivimos al cambio
climático, la guerra de Ucrania y el impacto de ese meteorito que cada dos por
tres nos anuncian que se estrellará contra la Tierra.
Y en Canarias hay un yacimiento de mil millones de barriles de petróleo -que no sé para cuánto dará, pero que parecen unos cuantos-, que no explotaremos nosotros, sino los de la chilaba y el fez (y el Fez).
No hay comentarios:
Publicar un comentario