El desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer combina la absoluta falta de escrúpulos con la estulticia más galopante. Izquierdismo en estado puro, vamos.
En lo tocante a lo
primero, los que actualmente dirigen los destinos de España guardan un nulo
respeto por la verdad. Dirán lo que sea, a quien sea, cuando sea, con tal de
que sirva a sus intereses; y si para ello tienen que arramblar con todas y cada
una de las instituciones del Estado, sumergiéndolas en la ignominia, revolcándolas
por el lodo.
En cuanto a lo segundo, las
ideologías de corte marxista nacieron en el siglo XIX, y allí sigue anclada su
mentalidad. Creen que pueden soltar las trolas más gordas, mentir y falsear a
su conveniencia, seguros de que nadie les va a pillar en un renuncio. Olvidan,
o ignoran, que estamos en un mundo absolutamente interconectado, donde todo se
ve y todo se sabe al instante. Y la gente, además sabe idiomas.
Y si el presidente de
Ucrania habla -por videoconferencia- ante el parlamento neerlandés, y no hace
mención ni a Felipe II -soberano legítimo que fue del territorio- ni a España, el
psicópata y sus secuaces no paran en barras y ordenan a la Agencia Efe que
manipule la traducción del discurso para incluir esas referencias.
O se van pronto, o no quedará lugar del que puedan irse…
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