El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, genera una simpatía casi general en la Europa libre (partidos comunistas al margen). Sin embargo, muestra unas deficiencias de información, o unas concesiones al pensamiento políticamente correcto que, la verdad, no me gustan nada.
Así, en su intervención retransmitida
al Congreso de los Diputados español, rogó que Europa dejara de tener miedo, y
citó el caso del bombardeo de Guernica. Este hecho de guerra, muy magnificado
por los giliprogres, es sin duda una acción criticable. Pero no más, ni
más terrible (más bien al contrario) que el bombardeo de Cabra, o las matanzas
de Paracuellos del Jarama o de Katyn, con la circunstancia de que las tres que
yo cito fueron perpetradas por los comunistas, es decir, por orden de Moscú. Si
pocos en España lo saben, ¿cómo lo va a saber uno de fuera?
Y como el desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer nunca deja pasar la ocasión
de dejar pasar una ocasión, la traducción encargada por el Congreso (ya sabemos
que, con Antonio, el legislativo está más supeditado que nunca al
ejecutivo ejecutor) arruinó la intervención de Zelenski, al que
Sanchinflas se atrevió a dar lecciones de sufrimiento.
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