El PSOE nunca ha sido un partido democrático (esto es, que sus mecanismos de toma de decisiones se ajusten a la democracia). De hecho, no creo que haya ninguna formación política en España que cumpla el mandato constitucional de que su estructura interna y funcionamiento deben de ser democráticos.
Pero es que tampoco ha
sido nunca un partido verdaderamente demócrata -en el sentido de apoyar y defender
la democracia-, sino que cuando lo ha sido, lo ha sido de boquilla; en otras ocasiones
(la segunda república, por ejemplo, pero también aquella vez en la que Isidoro
se preguntaba si no había nadie que dijera a los jueces lo que tenían que hacer)
se han quitado la careta y han mostrado, bien a las claras, su naturaleza totalitaria.
Por ello, no es de
extrañar que tradicionalmente haya mostrado simpatía cuando no se ha aliado
abiertamente, con los enemigos de la libertad (los comunistas), de España (los
separatistas catalanes y vascos) o de ambas cosas. Y en fechas tan recientes
como el mes anterior votaba en contra de que se investigaran los crímenes sin resolver de la banda terrorista vasca de ultraizquierda (al tiempo que siguen
machacando con los crímenes del franquismo, que esos parece que no hay
que olvidarlos), o se mostraba a favor en Europa de prohibir los homenajes a
los terroristas vascos de ultraizquierdas que salen de la cárcel, al tiempo que
de los Pirineos para acá se oponen a dicha prohibición.
Luego van, y les votan.
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