No sé en otros países, pero en España la izquierda (y los separatistas, que son tal para cual) sigue la regla de haz lo que digo, y no lo que hago.
Es el caso de la escolarización de los hijos: defienden la educación
pública, pero llevan a su descendencia a la privada (en el caso de Cataluña, a
centros en los que enseñen en algún idioma además de ese dialecto del occitano
que se habla en Barcelona). O de la alimentación: critican la carne y el alcohol,
mientras se hinchan a chuletones y cerveza.
Pero pocas cosas han retratado mejor esa hipocresía, ese esnobismo y esa
prepotencia mental que las declaraciones de la delegada en Ceuta del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
En efecto, la interfecta -cuyo nombre desconozco y, la verdad sea
dicha, no tengo el menor interés en conocer-, al ser consultada sobre la
apertura de fronteras con Marruecos, que estaban deseando que volvieran las muchachas
porque, Te lo digo empezando
por mí, que estar trabajando aquí por la mañana y estar de limpieza por la
tarde, la verdad es que cuesta.
Eso es liberación femenina y sensibilidad social, y lo demás son tonterías.
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