Tengo un conocido que dice que los varones sólo pensamos en lo único (para los despistados: en el sexo). Quizá sea cierto, lo mismo que esa otra chanza que dice que la sangre no nos da para mantener activos dos cerebros.
Lo que también parece
indudable que hay algunas, en el gremio de las feminazis, que parecen
igualmente monomaníacas, obsesionadas con el temita. Es el caso de una
tal Sandra Sabatés, a la que antes de cruzarme con este artículo no tenía la
desgracia de conocer y cuyo nombre pretendo olvidar tan pronto como me sea
posible.
Esta señorita -uno está
chapado a la antigua y reserva ese tratamiento para las mujeres que no se han
casado… y dudo que haya quien aguante más de cinco minutos el convivir con esta
petarda, sea hombre, mujer o de sexo fluido- anda a la caza del machismo en los
cuentos infantiles (tradicionales, entiendo: volver a leerme el artículo sería
una experiencia tan desagradable como la primera vez), probablemente porque
todos ellos, o la mayoría, fueron recopilados por varones.
Según la susodicha, en
Caperucita subyace la historia de una violación. Toma, y en Blancanieves (que
no consiente el beso), la Bella Durmiente (lo mismo), la Cenicienta
(¿fetichismo con los pies?) y tantos otros…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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