Los golpistas catalanes -me repito, lo sé- comparten rasgos con la izquierda española (además de su odio a España, su Historia y sus gentes). Uno de ellos es la incoherencia, tanto entre sus palabras y sus hechos como los unos respecto de los otros.
Da igual el tema de que se trate, actuarán de una manera que sea contraria a sus proclamas, pero sólo una parte de ellos; la otra, por ese espíritu de contradicción, hará exactamente lo contrario y, por una vez, hará lo que proclama. Pero, eso sí, tanto una como otra se saltarán la legalidad vigente.
Tomemos, por ejemplo, lo que se refiere al caso de la ocupación (eso que los giliprogres escriben con ka). En teoría, uno pensaría que deberían tener una postura común sobre el tema. Pero, claro, la macedonia independentista tiene múltiples ingredientes, y mientras un alcalde jotaporcato -de derechas… más o menos- blandía un hacha frente a quienes pretendían realizar una ocupación, la bruja piruja -de izquierdas… también más o menos- era imputada por coacciones y prevaricación (¿qué es la Ley, para oponerse a una intérprete -auto- ungida de la voluntad popular) en la defensa de otros miembros de ese colectivo.
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