Una de las manías de izquierdistas y secesionistas es acusar a los demás de los defectos de los que ellos adolecen.
Así, los separatistas catalanes son
especialistas -como todos los de izquierdas, en general-, en dejar hecho un
estercolero allá por donde pasan. Por ello, no es de extrañar que, cuando los
baños del Congreso han empezado a aparecer con trozos de papel higiénico
metidos en cualquier pequeña oquedad de la pared, el charnego de nombre
descriptivo acuse a Vox como los responsables, sobre la base de que ocurre desde que están ellos.
En cuanto a la exhumación de Queipo de Llano,
el mismo mequetrefe ha defendido que, aunque llega tarde, se ha
cumplido la ley. En su opinión, sacar sus restos de la Basílica de la
Macarena después de setenta y un años es un acto mucho más generoso y
clemente que lo que él fue nunca con sus víctimas y ha llegado a afirmar
que un fascista como él quizá se merecía otra cosa.
No sé por qué, cuando leí el párrafo anterior pensé que era perfectamente aplicable a ese saco de mierda con bigote llamado Luis Companys.
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