Lo que me molesta de los progres que nadan en la abundancia no es que sean progres (vale, eso me molesta), ni mucho menos que estén forrados, sino la desfachatez que supone el que pretendan hacernos comulgar con la incongruencia e hipocresía derivada de que defiendan la compatibilidad de ambas circunstancias.
Porque, como suelo
apostillar, la izquierda defiende el reparto de la riqueza… de los demás. La propia
la mantienen a buen recaudo, la disfrutan y hasta la ostentan. Y, como he
dicho, en su derecho están.
Ejemplo de esto que digo
es la natural de esa localidad madrileña a la que, en honor de sus dos hijas
más conocidas, un amigo y yo rebautizamos como Almopendas de la Cruz. Esta
chica -como suelo decir, el que empiece a llamar chica a casi cualquier
mujer demuestra que empiezo a tener una edad- goza de una posición
desahogada, tanto por lo ganado por ella como por su marido. Eso sí, la familia
tiene fijada su residencia en Estados Unidos, un país con una presión fiscal
sensiblemente menor que la de España (cosa fácil, por otra parte).
Entrevistada en la Cadena Ser, le preguntaron ¿Cómo estas viviendo el debate de los últimos
días sobre si hay que pagar más o menos impuestos para garantizar las redes de
seguridad del Estado del Bienestar, que quienes más tengan más paguen para
garantizar el Estado de Bienestar?, a lo que la susodicha contestó Bueno
es lo lógico, ¿no? Quien más tenga, más pague. Creo que hay que utilizar la
lógica en ese sentido.
Lo gracioso es que tanto
su marido como uno de sus directores de cabecera, que buscaron pagar menos siendo
de esos que, como ella dice, tienen más: el primero fue multado por falta
del mínimo rigor exigible y claro ánimo defraudatorio en sus pagos
de IRPF de 2006 y 2007, y el segundo tuvo una cuenta en las Islas Vírgenes.
Lógicamente.
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