Dice el refrán que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Siguiendo esta regla, los marxistas serían los ciegos más pésimos (suponiendo que tal expresión sea correcta, porque de momento no pasa el tamiz del corrector ortográfico del procesador de textos) de la creación -empleo este término completamente a propósito, dado que los marxistas son, por definición, ateos-, ya que se empeñan, contra viento y marea, en afirmar sus postulados.
Y si sus postulados
afirman que la reforma laboral de Egolanda -en puridad, una contrarreforma
de la del Partido Popular- fue un éxito, un éxito proclamarán a los cuatro
vientos que están logrando, por más que la realidad nos indique que en lo único en lo que están triunfando es en maquillar las cifras: que el paro subió en Septiembre,
cuando hace un año bajaba el cuádruple de lo que ahora ha crecido; que sólo las
regiones gobernadas por el PP -singularmente, Madrid, que además de ser
rompeolas de las Españas parece que ahora es también la locomotora- evitan que
la cosa sea todavía peor; que la afiliación ha sido la más baja, en ese mes, de
los últimos tres años; que ese mes desaparecieron diecinueve mil empresas…
Resumiendo: que nos va a matar de éxito, el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
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