Desde que en la ciudad condal gobiernan los neocom, encabezados por esa desgracia humana que ni es actriz ni es nada -de provecho-, la situación en la urbe que podría, en otros tiempos, aspirar a disputar a Madrid la capitalidad de España se ha degradado hasta extremos no hace mucho inimaginables.
Es la inseguridad ciudadana, la suciedad
urbana, el sectarismo ideológico, la ruina económica. Y todo ello, no ya no
combatido desde el consistorio de la ciudad, sino tolerado y en ocasiones
alentado desde los propios órganos de poder. Hace unas semanas se celebraba en
la ciudad un congreso de inversión inmobiliaria. Aunque sólo fuera por los
meros réditos del hecho de la celebración del evento -no contemplando, por
tanto, las posibles derivadas a futuro-, lo lógico habría sido tratar bien a
los asistentes. Pues no, desde la propia alcaldía se alentaron actuaciones en contra: escraches a los asistentes, lanzamiento de pintura, ocupación de
espacios públicos, insultos e improperios, empujones…
Cuando gobiernan los cerdos, todo deviene cochiquera. Y que me perdonen los marranos, prueba incontrovertible de la existencia de un ser superior y un diseño inteligente.
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