El objetivo de controlar el Tribunal Constitucional que tienen los enemigos internos de España -neocom, criptocom, golpistas catalanes, terroristas vascos y catalanes, y demás patulea residual- no es sólo el afán por parasitar todas y cada una de las instituciones del Estado a su alcance, que también.
No, es algo mucho más serio. Si controlan el
órgano que puede decidir si una norma es o no constitucional, podrán dictar las
normas que les dé la gana, sin temor a que les sean anuladas, sin tener que
torcer el brazo del presidente hasta hacerle morir literalmente de pena y sin
tener que demorar años y años la decisión sobre si un estatuto secesionista es inconstitucional.
O, por ejemplo, rompiendo la uniformidad legislativa del Estado: sin un
ordenamiento jurídico común que lo mantenga unido, se disgregará sin remedio. Justo
su objetivo.
Y, no lo olvidemos, son los de la mano y el capullo los que prestan el auxilio imprescindible para ello.
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