Dijo alguien que no recuerdo que un político es alguien que busca solucionar problemas que, de no ser por él, no existirían. Si ese político es, además, español y de izquierdas, es alguien con la cara más dura que el diamante.
Es el caso de la que fuera portacoz
del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, esa
licenciada en Medicina a la que los enfermos de todo el mundo jamás agradecerán
lo suficiente que nunca haya ejercido la carrera que estudió, alguien que es
capaz de dar patadas simultáneamente a la gramática, la fonética, la prosodia y
el sentido común.
Y, en la línea de la indocta egabrense, que
dijo que el dinero público no es de nadie, hace mes y medio soltó que los
privilegios de los sueldos de los políticos suponen calidad democrática,
y tachó de antipolítico poner en duda las exenciones fiscales de las
jugosas dietas que cobran.
Respecto a lo primero, me cabe la duda de si no confundiría calidad y cantidad; respecto a lo segundo, mira tú por dónde, estoy de acuerdo con ella por una vez: es antipolítico o, al menos, anti estos políticos.
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