Suele decirse que en Derecho es posible defender una cosa y la contraria. Básicamente, para eso existen los abogados: porque lo importante no es tener razón, sino que te la den.
Lo que ya huele un poco
a chamusquina izquierdista -ya se sabe, sostener una cosa y la contraria y
afirmar que ambas son ciertas y progresistas- es que con tres años de
diferencia, una misma persona interprete una misma situación de dos maneras
diametralmente opuestas. Porque si hace un mes un informe del Consejo General
del Poder Judicial concluía que un magistrado puede ser presidente en funciones
del órgano de gobierno de los jueces y del Tribunal Supremo, hace tres años
decía exactamente lo contrario.
Esto, más que derecho, está torcido. Mucho.
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