La segunda entrada del día también tiene que ver con la escasa firmeza que muestran los políticos que se proclaman como ecologistas.
Es el caso de los verdes alemanes, de largo
el partido sandía de más largo recorrido de los que hay en Europa y,
probablemente, en el mundo. Surgidos -o emergidos en la arena política-, si no
recuerdo mal, a finales de los ochenta o principios de los noventa, han ido
alcanzando paulatinamente cotas de poder, hasta sentarse en el gobierno germano
tras las últimas elecciones legislativa.
Y como la política -además del arte de
proponer soluciones ineficaces a problemas que, de no ser por la propia
política, no existirían- es el arte de lo posible, los verdes alemanes se han
tenido que tomar un par de dosis de realidad, tras la decisión del canciller de
alargar la vida de las tres últimas centrales nucleares del país.
No sólo eso, sino que ha tenido que ser el
titular de Economía y Medio Ambiente, un verde, el que tuviera que defender enel Bundestag tanto esta decisión como el hecho de que el país esté afrontando
la crisis energética -crisis en la que Alemania se ha metido solita, tras
décadas echándose en loas brazos (o las garras) del oso ruso- quemando más
carbón.
Eso sí, el citado ministro ha defendido que el canciller había asumido en solitario el riesgo y afirmó que podía vivir y trabajar con la medida adoptada. Si yo cobrara su sueldo -que ignoro, pero que casi seguro que es superior al mío-, también podría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario