Lo malo de los ecologistas sandía es que tienen mucho más de sandía que de ecologistas. Es decir, que la ideología de izquierdas puede en ellos mucho más que cualquier verdad científica o siquiera empírica.
Pero los políticos de izquierdas españoles tienen
como rasgo definitorio un ansia infinita de poder, de alcanzarlo y detentarlo. Más
aún si son unos descalzarrucios, unos aventavilanos, unos cuentacirros, gente
que no tiene donde caerse muerta y que, fuera de la política, se encontrarían
como en la gehena de los evangelios: en el frío y con rechinar de dientes.
Por ello, no es de extrañar que los neocom
se enfrentaran al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer -algo bastante esquizoide, puesto que forman parte del mismo- y
defiendan el pastoreo, tras condenarlo a muerte el psicópata de La Moncloa.
No les mueve la ideología, ni tampoco la generosidad. Les mueve el interés egoísta, puro y duro.
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