De un mes para acá se está generalizando que pretendidos activistas ecologistas, so capa de defender el medio ambiente y criticar los combustibles fósiles, se dedican a atentar contra obras de arte.
Tan pronto lanzan puré contra un cuadro de Monet en Alemania como sopa de tomate a Los girasoles de Van Gogh o se pegan al marco de las Majas de Goya.
Además del título de esta entrada -una de ida y otra de vuelta-, servidor seguiría el ejemplo del dueño de un concesionario, que cuando un grupo de estos descalzarrucios se pegó al suelo de su local, cerró el mismo y se marchó, dejándoles allí pegados para que se las apañaran como quisieran.
Y todavía hay quienes los defienden...
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