martes, 8 de noviembre de 2022

Reflexiones atemporales CXXVIII – Lo cortés no quita lo valiente

Desde hace medio milenio, la pérfida Albión -no la llamamos pérfida por nada- se ha dedicado a hacerle la puñeta a España: con piratas, con leyendas negras, usándonos como carne de cañón contra el corso… Por ese lado, nada que respetar: como dijo Blas de Lezo, un buen español debería orinar mirando siempre a Inglaterra.

Por otro lado, y abstrayéndonos de esa enemistad secular, hay mucho que respetar en el Reino Unido. Para empezar, esa observancia al maquiavélico principio -probablemente no formulado así, pero es la forma en que me lo encontré, hace ya cuatro décadas largas, en una historieta de El Corsario de Hierro- de con razón o sin razón, mi país es lo primero (mejor le habría ido a España si su clase política hubiera seguido esa misma directriz). Para seguir, el mantenimiento de las instituciones y el colocarlas siempre por encima de la lucha partidista: allí, hasta la oposición es de Su Majestad.

Y, hablando de la corona británica, hace ahora dos meses fallecía Isabel II, la monarca más longeva del Reino Unido -y, con bastante probabilidad, de la Historia-, y una de las que ha tenido el reinado más largo. Hay que reconocer que, fiel a la máxima que antes he reproducido, se comportó durante su reinado como una profesional como la copa de un pino (algo parecido a la reina consorte Sofía de España, pero en un grado mucho mayor).

Por eso, las mentiras que soltó su hijo y heredero, Carlos III, al hablar del cariño de mamá, me resultaron bastante forzadas: no se las creía ni él mismo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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