En un régimen autoritario -la Roma imperial o la Alemania nacionalsocialista, el Chile de Pinochet o la Cuba castrista, la España de Franco o los regímenes soviéticos-, el poder político lo controla todo.
España no es un régimen
autoritario… todavía. Pero no será por falta de ganas del psicópata de la Moncloa
ni del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer,
empeñados en una tarea de acoso y derribo de las instituciones casi desde el
primer momento en que empezaron a detentar el poder.
Afortunadamente, y como en los
tebeos de Astérix, quedan todavía un puñado de irreductibles que resisten
frente al invasor. No son muchos, pero sí decididos. Y entre esos irreductibles
se encuentran los miembros no izquierdistas del Consejo General del Poder
Judicial, que plantan cara siempre que pueden a los de la mano y el capullo, la
hoz y el martillo, la barretina y los colores de Aragón, el hacha y la
serpiente.
Hace diez días se conoció la iniciativa
de que el órgano de gobierno de los jueces debatiría una declaración institucional sobre la proyectada ley de amnistía, ley patrocinada por quien
dijo que lo hacía por el interés de España.
No debería ser noticia señalar lo evidente, pero lo es: porque es evidente que el interés personal de Begoño no es el de España, y así se puso de manifiesto desde el CGPJ.
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