Oí hace tiempo una anécdota en la que Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España por la gracia de Dios, comenzaba un discurso dirigido tanto a los españoles como a los portugueses (creo que era en alguna localidad fronteriza) diciendo Españoles y lusos, lo que sonó como españoles ilusos.
También podría haber titulado
esta entrada diciendo España es diferente. Porque en el país vecino dimitió hace dos semanas el primer ministro (el presidente del gobierno, para
entendernos) por la investigación en su contra por presunta prevaricación,
corrupción activa y pasiva, y tráfico de influencias en negocios de litio e
hidrógeno, aunque aseguró que no había cometido ningún acto ilícito.
Pero lo más importante fueron sus
declaraciones. Dijo que En estas circunstancias, obviamente, presenté mi
dimisión a su excelencia el presidente de la República, añadiendo que el
cargo de primer ministro no es compatible con la sospecha de la práctica de
cualquier acto criminal.
La palabra clave es obviamente.
Porque es evidente que la mujer de César, además de ser decente, debe
parecerlo. Algo que, de este lado de la frontera, a los de la mano y el capullo
no se les da un ardite.
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