Como los hechos han demostrado hace apenas un par de días, el psicópata de la Moncloa es capaz, literalmente, de cualquier cosa, cualquier cesión (no de él, sino de España), cualquier concesión (ídem), cualquier humillación (íbidem), con tal de permanecer siquiera un minuto más detentando la presidencia del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Pero, como los hechos están
demostrando también, hay quienes, dentro de las instituciones, no se resignan a
este estado de cosas, y plantan cara al autócrata señalando lo delictivo de su
conducta. Ha sido el caso del Consejo General del Poder Judicial, que a
comienzos de este mes debatía una declaración institucional contra la amnistía promovida
por el psicópata para beneficiar a los golpistas.
La promovían, claro está, los
consejeros propuestos en su día por el PP (los llamados conservadores),
y se dudaba que la apoyaran los propuestos por los partidos de la coalición
Frankenstein (los llamados progresistas). Pero una cosa estaba clara:
como dijeron fuentes del órgano de gobierno de los jueces, llegó el momento
de que cada uno se retrate y elija la forma en la que quiere pasar a la Historia.
Y éstos parece que prefieren morir (institucionalmente) de pie a vivir de rodillas.
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