Hay un grupo de gente, casi siempre en la izquierda, que confunde los principios con la educación, la ideología con la urbanidad.
Es el caso de la mema de Pilar
Rahola, que cuando era alguien en la política nacional solía referirse a Su
Majestad el Rey don Juan Carlos I, a quien Dios guarde muchos años (aunque sólo
sea para que rabie la izmierda), como ciudadano Borbón… quizá
expresando, subconscientemente, el deseo de cortar la cabeza al Jefe del
Estado, como hicieron los revolucionarios franceses dos siglos antes (aunque
ahora no recuerdo si a Luis XVI le llamaban ciudadano Borbón o Luis
Capeto).
Es el caso de los neocom,
que no visten traje y corbata cuando se encuentran en sede parlamentaria o
visitan la sede de la Jefatura del Estado, quizá para demostrar lo cool
y lo modernos que son; pero bien que se disfrazan de camareros -camareros con
un traje que no es de su talla- cuando acuden a la gala anual de los titiricejas
españoles.
Y es el caso de los neocom actuales,
que han declinado acudir al solemne acto por el que Su Alteza Real la Princesa
de Asturias, doña Leonor de Borbón y Ortiz, ha jurado la Constitución al
alcanzar la mayoría de edad.
Estos mamarrachos no se dan cuenta que, si todo el mundo actuara con el mismo criterio que siguen ellos, no les iba a saludar ni la madre que los parió.
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