Hay un viejo chiste que viene a decir que si que Superman, Batman, una tortuga y un socialista español decente echaran una carrera, y hubiera que aventurar quién ganaría, la respuesta sería fácil: la tortuga, porque los demás son entes de ficción y, por lo tanto, no existen.
En realidad, y por lo que
recuerdo, el chiste era mucho más racista, porque hacía competir contra los
superhéroes a un negro listo y a un negro tonto. Naturalmente, la solución políticamente
incorrecta era que ganaba el negro tonto.
A lo que vamos. A finales del mes
pasado, el presidente del Partido Popular hacía un llamamiento a la izquierda
constitucionalista para que se pronunciara contra la amnistía. Llamamiento vano,
fútil, perfectamente improductivo, puesto que la izquierda en España nunca ha
sido sinceramente constitucionalista. La separatista y terrorista, por
supuesto; la nacional habrá podido, temporalmente, aceptar el ordenamiento
jurídico que los españoles nos dimos -gracias a la generosidad de las Cortes
franquistas, no conviene olvidarlo, que aceptaron despojarse de todos sus
poderes y allanar el camino a la democracia de la Ley a la Ley-, pero
antes o después ha mostrado sus verdaderas intenciones.
Y es que la izquierda en España
sólo ha tenido, tiene y, lamentable y probablemente, tendrá, un objetivo único
e irrenunciable: alcanzar el poder y detentarlo tanto tiempo como le sea
posible, por los medios que sea.
Es por eso que el llamamiento de Feijóo es como predicar en el desierto.
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