Entre los rasgos definitorios de la izquierda española se encuentra el de ser sectaria a más no poder. Para los políticos de izquierdas, la ideología no es que sea lo primero, es que es lo único.
Si hay que tender la primera
línea de alta velocidad en España en dirección a Sevilla -con la excusa de la
Exposición Universal, claro- y no en dirección a Barcelona (con lo que supondría
de conexión con el resto de Europa), sólo porque en Andalucía gobernaban los de
la mano y el capullo, pues se tiende.
Y si hay que recortar como consecuencia de cambios normativos en el sistema de ayudas al campo, y eso
suponga quinientos millones menos para esa misma Andalucía -en la que, ¡oh
casualidad!, ahora gobierna la derecha- en un año de encarecimiento de fertilizantes,
semillas, energía, impuestos y cotizaciones, y de sequía… pues se corta y
santas pascuas.
Al fin y al cabo, el dinero público no es de nadie, ¿verdad, indocta egabrense?
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