Un principio universal de (buen) comportamiento es el de trata a los demás como te gustaría que los demás te traten a ti; o, puesto en negativo, no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.
La izquierda, en cambio, practica
la regla del embudo: hace a los demás cosa que no tolera que los demás les
hagan a ellos. Esto es especialmente cierto en el caso de la izquierda española,
que les hace a los demás que no es que no tolere que les hagan a ellos, es que
directamente se ponen histéricos.
Tomemos el caso de las concentraciones
que, con motivo del anuncio de la intención de conceder la amnistía a los
golpistas catalanes, se vienen convocando delante de las sedes del partido de la mano y el capullo en general, y de la nacional en particular. El Partido Popular presentó una moción en el Senado para
emitir una declaración de condena de los ataques violentos en cualquier sede
política, iniciativa a la que se opusieron los de la mano y el capullo.
Porque, claro, eso supondría implícitamente condenar lo ocurrido en Marzo de 2.004, cuando era la izquierda la que asediaba las sedes del PP.
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