Para el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, la derecha extrema y la extrema derecha ven causalidad en lo que no es más que una serie casual de azarosas casualidades.
Es una casualidad que Víctor de Aldama
coincidiera en un hotel de Rusia -¡con lo grande que es el país!- con la
persona que -presuntamente- comparte el colchón con el psicópata de la Moncloa.
Es una casualidad que el chiringuito de esa persona consiguiera acuerdos
con la Organización Mundial del Turismo más o menos por la época en la que el psicópata
le regaló por tres cuartos de siglo el palacio de congresos de la
Castellana, que lleva cerrado desde ni se sabe… regalo que se hará tras las
preceptivas obras de acondicionamiento (a cargo, naturalmente, del erario
público, es decir, de los contribuyentes). Y es una casualidad que en los
viajes de marras anduviera también metido el director general de carreteras implicado en los contratos de obras denunciados por amaño.
Qué mal pensados son algunos, desde luego.
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