El Fútbol Club Barcelona es una entidad que concita una serie de rasgos que me desagradan.
En primer lugar, es (que yo sepa) la única
entidad deportiva del mundo (con permiso del Atlético de Madrid, y del Betis y
el Sevilla) cuya existencia gira en función de su eterno rival, en su
caso -y en el de los colchoneros- el Real Madrid. Da lo mismo lo que hagan, si
quedan un centímetro por delante de los merengues -aunque éstos estuvieran
hundidos en el fondo de la fosa de las Marianas-, ellos son felices.
En segundo lugar, ha devenido una entidad
profundamente politizada. Alguno podrá decirme ya, como se han politizado
con una ideología que a ti te disgusta, por eso les has cogido tirria. Y algo
de eso puede haber, no lo niego, pero es que ni el Athletic de Bilbao está tan
politizado como los culerdos.
En tercer lugar, son unos peplas, unos
llorones. Todo el mundo está contra ellos, siempre y por todo, porque les
tienen una envidia injustificada (según ellos) y porque siempre han conspirado
y conspirarán para privarles de la grandeza que es suya por derecho. En esto se
parecen bastante a los separatistas catalanes.
En cuarto lugar, mienten más que hablan (en
esto también son calcados a los de la barretina). Dicen que el Real Madrid fue
el equipo del régimen (franquista, por supuesto), pero durante los
primeros tres lustros de dicho régimen fueron bilbaínos y barceloneses los que básicamente
se repartían el pastel de títulos. También presumen de antifranquismo, por
oposición al franquista Real Madrid; cuando resulta que Bernabéu era
profundamente monárquico, mientras que en la ciudad condal le dieron dos veces
la insignia del club al Generalísimo, y el régimen les libró dos veces de la
bancarrota.
En quinto lugar, tienen una afición repugnante.
No por su escoramiento político, que también, sino por su nefasta educación… y
eso ya es mucho decir en las aficiones deportivas. Precisamente les cogí manía
en un partido de baloncesto en que se dedicaron a llamar hijo de puta a
Arvydas Sabonis. Como suelo decir, si se lo hubieran dicho a Dražen Petrović,
todavía…
Finalmente, son tramposos hasta la
extenuación. No sólo han estado sobornando a los árbitros durante dos décadas,
sino que el haber estado lamiendo las botas del jugador más desequilibrante de
lo que va de siglo les ha llevado a una situación económica ruinosa, que ha
hecho que la Liga de Fútbol Profesional haya tenido que borrar a dos jugadores
(estrella) de su plantilla por no poder aportar el dinero necesario.
Lástima que ya no hay dictador que les salve. Bueno, dictador hay, pero está más preocupado en salvarse a sí mismo…
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