Supongo que sería en los años sesenta o setenta del pasado siglo, con la moda de las filosofías orientales, cuando el concepto de karma como especie de castigo místico por las malas acciones se fue implantando en Occidente.
Personalmente -quizá por haber sido educado
en un entorno marcado por la tradición grecolatina y judeocristiana-, considero
ese concepto una (iba a decir memez, pero mejor me callo, no sea que me
traiga mala suerte) simplificación excesiva.
En la vida hay buenas y malas decisiones.
Buenas decisiones son las que redundan en nuestro beneficio (sin perjudicar a
los demás, se entiende; al menos, no de un modo intencionado o previsto);
malas, las que nos suponen perjuicio de alguna manera.
Por tanto, lo que los necios llamar karma no serían más que las consecuencias de las malas decisiones que se tomaron. Claro, que vete tú a explicarle eso al perjudicado.
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