sábado, 11 de enero de 2025

La degeneración de la clase política

En España, en otras épocas, el nivel intelectual y académico de los políticos era digno de respeto. Podría decirse que, en general, a la política se dedicaban los mejores. Hoy, en España, parece que a la política se dedican los que no pueden dedicarse a cualquier otra cosa, especialmente en los partidos de la izquierda (aquí admito un posible sesgo ideológico por mi parte).

El parlamentarismo español está lleno de ejemplos de ingenio rápido y mordaz. Un parlamentario preguntaba retóricamente qué se hacía con los hijos, y de la bancada salía una voz que aseveraba que al suyo, de momento, le hemos hecho subsecretario. En otra ocasión, un parlamentario decía que no podía esperarse gran cosa de quien llevaba ropa interior de seda, a lo que el aludido respondía no sabía que su señora fuera tan indiscreta. Cuando se proponía la eliminación del latín de los planes de estudios, y un parlamentario argüía que no servía para nada, otro señalaba que sirve al menos para que a su señoría, siendo natural de Cabra, le digamos egabrense. Y así, cientos de anécdotas, a cual más divertida cuando se leen con la perspectiva que da el tiempo.

Ahora, el nivel ha decaído. Del me la suda de Junior en sede parlamentaria a que la tucán de Fene llame mala persona al ministro de Economía (¡por Dios, podrían guardar un poco las apariencias, que son compañeros en el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer!) por expresar su cautela con respecto a las propuestas cocuquistas en relación con la subida del salario mínimo interprofesional y la reducción de la jornada laboral.

Viniendo el epíteto de quien viene, el de las zapatillas todavía tendría que estar orgulloso.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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