Una de las dudas que me asaltan es por qué, a pesar de su temperamento liberticida y autoritario, el psicópata de la Moncloa persiste en seguir los cauces legalmente establecidos para seguir detentando el poder.
Por vergüenza no será, porque es un
sentimiento del que carece. Quizá sea por miedo a que, si actúa demasiado descaradamente,
los países de nuestro entorno fuercen, de alguna manera, su salida de la
poltrona. Quizá sea porque, como con la rana puesta a cocer en agua fría
paulatinamente calentada, va poco a poco acabando con los resortes democráticos
sin que, en general, la gente se dé cuenta. Un de la Ley a la Ley, pero
en sentido inverso al emprendido hace medio siglo.
Así, y utilizando una metonimia (el todo por
la parte), el titular que dice que el PSOE busca su impunidad, tras la Ley contra las acusaciones quiere que la Fiscalía instruya los casos es
inexacto, ya que es en realidad el psicópata de la Moncloa el que busca la impunidad,
de él y de su entorno; entorno en el que, para él, el partido de la mano y el
capullo es casi lo menos importante de todo. En cuanto a la instrucción por el
ministerio público, ya sabemos, en su reflexionar autocrático, de quién
considera que depende.
Pues eso.
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