Los populistas son políticos que ofrecen soluciones aparentemente fáciles a problemas verdaderamente complejos, todo ello envuelto en una palabrería empalagosa.
Tomemos el caso de los automóviles. Según los ecologistas coñazo, los motores de combustión interna (la gasolina, vaya) son, en gran parte, responsables de la (presunta) contribución humana al (presunto) cambio climático.
Primero, la palabrería: creamos un ministerio llamado de
transición ecológica (y reto demográfico, aunque con una ideología
que defiende el aborto por un lado y la eutanasia por el otro, esa expresión
resulta un sarcasmo), aunque no dicen hacia qué se pretende transicionar.
Luego, la solución: tenemos que pasarnos
todos (menos ellos, claro) al coche eléctrico… aunque no dicen cómo se va a generar
la electricidad necesaria para poder cargar las baterías de millones y millones
de coches… ni cómo se las van a apañar para fabricar esas baterías sin
contaminar.
Y luego, la realidad: en España no es que haya una cantidad de estaciones de recarga (me niego a llamarlas electrolineras… y encima el corrector ortográfico da por buena la palabreja) notoriamente inferior a la que debería haber… sino que casi uno de cada cuatro cargadores públicos no funciona.
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