Las
noticias se producen a tal velocidad que, o hago unas entradas larguísimas -de
momento, no-, o las voy graduando -de momento, sí- y se coge algo de distancia.
Lo cual hace que hoy comente la sesión del Congreso de los Diputados en la que
se debatió la prórroga del estado de alarma.
La
sesión deparó algunas cosas interesantes. Para empezar, se dijeron verdades
como puños, no todas provenientes de partidos de derechas o españolistas.
Santiago Abascal, líder de Vox, acusó a los Picapiedra de haberlo hecho todo tarde y mal. Pablo Casado, parece que despojado de ese maricomplejinismo
del que ha adolecido la derecha española durante lustros, le dijo al presidente
del (des) Gobierno que No estamos para mítines ni soflamas, no defraude a los españoles una vez más, y que Ahora es un momento de unidad, no es
tiempo de plantear agendas divisivas, ni marcos ideológicos sectarios. Probablemente
al gobierno socialcomunista le resultará como quien oye llover, pero Casado se
quedaría muy a gusto diciéndolo, y algunos nos quedamos muy a gusto leyéndolo
(no diré escuchándolo porque hace mucho que no oigo cualquier clase de
debate político).
La
sorpresa vino por parte del diputado que más hace honor a su apellido, al
señalar que Si esto es un problema global es porque llegaron tarde. Vamos,
la frase es tan acertada que casi podría haberla dicho Cayetana Álvarez de Toledo.