Yo
tenía mis dudas sobre si el tema del Covid-19 daría para una serie y aquí
estamos, en la quinta entrada de la serie. Y lo que te rondaré morena…
Empecemos
por Venezuela. Como antes se coge a un mentiroso que a un cojo, si el Viernes
13 el chófer de autocar devenido dictador bananero proclamaba que tenía la medicina que curaba el coronavirus, apenas veinticuatro horas después, ante la
llegada de la enfermedad a Venezuela procedió a decretar el estado de alarma.
Y
mientras, en España, algunos parecen más preocupados por retener sus mezquinas
parcelas de poder que por la gente a la que dicen representar. Chistorra amenazó al gobierno del Estado
con retener las competencias en sanidad, seguridad y transportes. Horas
después, Sin vocales, en
comparecencia televisada –si la televisión transmitiera los olores, estoy
seguro de que un olor a heces se habría extendido por toda España-, declaró el
estado de alarma, con lo que el Gobierno de España asumía el control absoluto,
dejando sin competencias a las comunidades autónomas y sin funciones a la parte
neocom del gabinete ministerial.
Naturalmente
Junior, que no piensa más que en él y
en su cuota de poder, no se iba a perder la cosa, y acudió al Consejo de Ministros a pesar de estar en cuarentena (cómo se habría puesto la izmierda si eso hubiera ocurrido en un
gobierno de derechas), y tras perder el primer asalto sobre sus medidas económicas ante el coronavirus, anunció batalla.
Naturalmente,
con todo esto, Pablo Casado tenía hecha la réplica que está dando a todas y
cada una de las intervenciones del presidente: reiteró su apoyo al estado de
alarma, pero afeó la imagen de división del Gobierno.
Y
éstos eran los que hablarían con una sola voz…
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