Un
socialista es alguien capaz de defender simultáneamente una cosa y la contraria
(casualmente, veremos eso en la entrada principal de mañana), afirmando que
ambas son ciertas y progresistas. Un comunista paleo o neo
vendría a ser alguien capaz de defender una cosa, al tiempo que hace exactamente
la contraria.
Vamos
con los ejemplos. Un comunista es alguien que está en contra de que un ministro
viva en un ático de seiscientos mil euros, pero que en cuanto puede se compra por
ese importe -declarado- un casoplón en una parcela impresionante sita en una
urbanización no precisamente humilde. Un comunista es alguien que critica a una
mujer por, estando en política, ser mujer de otro político (atribuyendo, por
tanto, el éxito de la primera a la influencia del segundo), al tiempo que
coloca a su pareja, primero como adjunta en el partido, y luego como ninistra
de da lo mismo. Un comunista es alguien que reclama la cuarentena para
aquellos que hayan estado en contacto con los que hayan dado positivo por el
coronavirus, pero que se la salta día sí y día también. Un comunista es el que
abomina de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, pero que tiene a una
pareja de guardias civiles vigilando la entrada de su residencia. Un comunista
es alguien que no está ahí por el cargo, pero que modifica las normas
para poder seguir en ese cargo. Un comunista es alguien que, cuando está lejos
del poder, clama contra los sueldos de los políticos, pero que al pillar
cacho eleva los límites que impuso cuando no le afectaban a él.
Una
comunista, en fin, es alguien que reclama no hacer un uso partidista de esta
crisis… al tiempo que el macho alfa que la promocionó vez tras vez saca
un documento sobre el coronavirus en el que ataca al principal partido de la oposición.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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