La
estulticia de algunos retroprogres parece no conocer límites. O a lo
mejor es la insensibilidad y la falta de empatía de los que no pensamos como
ellos la que es inabarcable. Quién sabe.
En
cualquier caso, hace mes y medio que los de PETA (Gente por un Tratamiento
Ético de los Animales) se descolgaron exigiendo que no se llamase mascota a los animales domésticos porque es despectivo. Querían que se les llamase
compañeros, porque el animal es un individuo.
Vamos
a dejar aparte la tontería del asunto, puesto que según la segunda acepción de mascota
en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es un animal de compañía
(supongo que no me dirán los de PETA que un animal no es un animal), mientras
que ninguna de las acepciones de compañero (a saber: persona que se
acompaña con otra para algún fin; cada uno de los individuos de que se compone
un cuerpo o una comunidad, como un cabildo, un colegio, etc.; en varios juegos,
cada uno de los jugadores que se unen y ayudan contra los otros; persona que
tiene o corre una misma suerte o fortuna con otra; cosa que hace juego o tiene
correspondencia con otra u otras; y persona con la que se convive maritalmente)
parece sentarle bien a los animales… salvo algún zoofílico en el sexto caso.
Como
decía, vamos a ponernos puñeteros. Etimológicamente, individuo viene de indivisible.
¿Qué pasa entonces con los hormigueros, los panales y los termiteros, en los
que cada individuo no es exactamente un individuo -valga la redundancia-
individual, sino parte de una mente colmena? ¿Cómo les llamamos
entonces?
Ah,
problemas, problemas…
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