Por
aquello de no molestar a según quiénes (sí, ya hace casi medio siglo existían
los ofendiditos), en la Constitución de 1.978 se denomina castellano
al único idioma que todos los españoles tienen el derecho a usar y el deber de
conocer.
Sin
embargo, el nombre de ese idioma es español (y, de hecho, así se denomina
en todas las lenguas extranjeras: espagnol, spanish, spagnolo, spanisch… hasta
espanyol). Porque castellano es, o bien el idioma derivado del latín que
acabó desembocando en lo que hoy es el español, o bien la variedad de ese
idioma actual que se habla en Castilla (igual que podríamos hablar de andaluz,
extremeño o canario).
Y
luego, claro, pasa lo que pasa. Cuando en la gala de los Oscar dos personas,
una de un país hispanoamericano y otra española, cantan en el mismo idioma, los
rótulos dicen que la primera lo hace en spanish, mientras que la segunda
lo ha hecho en castilian.
¿Polémica? Más bien la crónica de un ridículo que ha tardado demasiado tiempo en llegar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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