jueves, 26 de marzo de 2020

Coronavirus (16)

Escuchando el otro día la comparecencia de la ministra portacoz del Gobierno (sí, ya sé, en el pecado llevo la penitencia), se me llevaban los demonios. Salvo contadas excepciones, a los socialistas les ha dado por poner como portavoces del Gobierno a personas no precisamente dotadas para la oratoria.
Recuerdo que, cuando pusieron a Rosa Conde -madre de aquel Ernesto Fidel Vladimiro que, cuando fue detenido por destrozar cámaras del Metro de Madrid, soltó aquello de tan progresista de no sabes con quién estás hablando, o de quién soy hijo, o lindeza semejante-, mi pensamiento (y por aquel entonces mis reacciones políticas eran más viscerales y menos cerebrales) fue si no podían haber encontrado a alguien que no fuera un tartaja.
La Vicevogue, con ese punto de mala uva y ese rostro escurrío, cumplió perfectamente el papel: podías criticarla, pero reírte de ella (salvo por aquella foto en bikini en la que parecía la viva imagen de lo que el personaje de Silvia Marsó en Ana y los siete decía del de Ana Obregón: una escoba con globos) ni se te pasaba por las meninges.
Y Sin vocales puso primero a Celaá, que no era precisamente Demóstenes -quiero decir, Demóstenes después de sus paseos por la playa, no antes-, y ahora tenemos a Montero (la sociata, no la neocom), que sobre salpimentar los seseos y ceceos como le viene en gana, tiene la mala costumbre de comerse las des, y así resulta que el Gobierno ha aprobao el resultao de lo que ha encontrao después de haber buscao, hasta que ha terminao, acabao y finiquitao.
Todo, para hablar mucho y no decir nada. Porque vale que se anuncien los primeros veinte mil millones de euros en créditos en relación con el coronavirus, pero… mira que desconocer el tipo de interés al que va a ser ese préstamo.
Y la que habla es la titular de Hacienda, nada menos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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