Lo
peor del contubernio que amenaza la propia existencia de España es que los que
participan en él no tienen la más mínima talla, ni política, ni humana, ni
moral. Son un mentiroso patológico, un racista más feo que picio y un trepa soberbio.
Lo único que les une es su ambición despedida y su carencia absoluta de
escrúpulos.
Sin
vocales
le ofreció a Chistorra un trato de favor al gobierno regional y bilateralidad…
lo cual es como si yo le ofrezco trato de favor a mi hígado y bilateralidad a
mi colon descendente. Es decir, un sinsentido. También prometió reunir la mesa
de diálogo en Febrero -debe ser la única promesa que ha cumplido en toda su
vida- y autonomía financiera para Cataluña (yo, si fuera Torra,
renunciaba desde ya, porque hasta ahora han actuado con la red de seguridad que
les procura España y están prácticamente quebrados, con lo que, dejados a su
aire…).
Al
tiempo, volvió a esconder la Constitución en Cataluña y definió la
autodeterminación como un asunto complejo… cuando en realidad no lo es,
es un asunto muy sencillo: es un delito, una mentira y una falacia histórica.
Y
antes de la reunión se produjo un momento patético. Sería hilarante, por lo
bochornoso, si el bochorno que protagonizó el Rasputin monclovita (no estoy
seguro de si la metáfora histórica se me acaba de ocurrir o la he oído antes en
alguna parte) no supusiera la humillación, en su persona, de todos los españoles.
Porque el sujeto cuyo nombre me niego a reflejar realizó una inclinación de cabeza tan pronunciada y tan seca que todavía debe estar recuperándose del
esguince de cervicales.
Tras
esto, y aunque Chistorra (¿por qué todos los que proclaman pertenecer a
una raza superior suelen ser tan mediocres, cuando no directamente inferiores,
físicamente hablando?) dijera que Pdr Snchz había reconocido la autodeterminación aunque el camino sea largo (y no lleve a ninguna parte,
le quedó por decir), hubo bronca en el gobierno regional, porque los ierreceos
se negaron a acatar las órdenes del político con nombre de embutido.
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